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Desde varias décadas atrás existe un creciente interés por dotar de aislamiento térmico a los edificios de nueva construcción. Algo lógico y necesario si se piensa que muchas áreas del planeta están sufriendo aumentos de temperatura considerables y cambios muy notables en las condiciones climáticas, con alteraciones bruscas de temperatura y humedad que, sin duda alguna, empeoran el nivel de confort necesario para el buen mantenimiento de la vida orgánica.

De ahí la necesidad de encontrar sistemas ingeniosos que mejoren la envolvente térmica de aquellos edificios y viviendas en los que, en el momento de su construcción, no se consideró este factor energético vital.

El creciente coste de la energía y el previsible colapso energético que marcarán el futuro inmediato de las grandes urbes del planeta obligan a contemplar la introducción de materiales aislantes térmicos como aislamiento pasivo. Con un objetivo claro: mejorar la ratio de consumo energético en concepto de calefacción y refrigeración para toda la vida útil del edificio

El concepto de confort en la vivienda está asociado al mantenimiento de una estabilidad térmica y acústica. Cada vez es más valorado el uso de materiales constructivos capaces de disminuir el ruido aéreo y de amortiguar las vibraciones de las ondas acústicas. Sin olvidarnos de que el concepto de seguridad en la vivienda implica el uso de materiales constructivos no tóxicos e ignífugos. Lo que justifica la creciente tendencia al empleo de materiales aislantes de baja toxicidad, resistentes a la degradación provocada por el paso del tiempo y fáciles de reutilizar.

Muy importante también es el comportamiento y la resistencia de los materiales ante el fuego para evitar su propagación. A tal efecto las Euroclases aportan a los proyectistas una información adicional sobre los materiales. Especialmente importantes son las Euroclases A1 y A2 y sus indicadores adicionales s1, d0 que nos indican que estamos ante un material que retarda e inhibe la propagación del fuego y no emite humos tóxicos ni bolas incandescentes. La tecnología RMBD-GrossFire tiene una clasificación certificada A2 s1 d0.

Con el paso de los años, la evolución de los sistemas aislantes ha sido continua. Por supuesto que se usan materiales de muy bajo coeficiente de transmisión de calor Lambda, con valores comprendidos entre 0,035 y 0,070 W/mºC.

En este sector los materiales usados tienen una relación calidad-precio muy ajustada. Se busca la economía antes que la protección ignífuga.

Prácticamente, la familia de las espumas sintéticas, bien sea poliuretanos expandidos o poliestirenos expandidos son las mayoritarias en el uso del sector de la construcción. Estos materiales presentan una baja densidad, de 35 Kg/m3 y se ofrecen en diferentes espesores.

Grupo Terrafly ha desarrollado un material de nueva tecnología, denominado GROSSFIRE. Constituido por silicatos minerales expandidos y compactado con resinas poliméricas base acuosa. Estos minerales son de forma esférica y huecos, y presentan más densidad que los anteriores, entre 400 y 470 Kg/m3. Es decir, son 13 veces más densos que las espumas sintéticas.

 

Las espumas sintéticas son materiales prefabricados y no es necesaria una especialización para colocarlas, en cambio los sistemas de aislamiento RMBD se instalan por equipos de montadores especializados. GROSSFIRE se aplica en espesores secos de 10 a 12 milímetros y las espumas sintéticas se instalan en espesores de 30, 40 a 60 milímetros.

La nueva tecnología RMBD aglutina todas estas propiedades de aislamiento térmico-acústico, ignifugación, anticondensación y no toxicidad, convirtiéndola en un sistema ideal para su uso en el sector de la construcción y edificación, tanto en obras nuevas como en rehabilitaciones y reformas. Son varios los sistemas aplicables según se actúe en fachadas, interiores, forjados, soleras o estructuras metálicas.

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